¿Qué es el equilibrio?


Como sentido del equilibrio se denomina a las sensaciones del equilibrio, es decir a la orientación espacial y regulación del mismo en el espacio que provoca este sistema sensorial, entre los cuales se encuentran los receptores vestibulares (oído), los receptores propioceptivos de la musculatura esquelética y articulaciones, así como los receptores de la piel.


Estos se encuentran interconectados en el tronco cerebral y áreas corticales cerebrales con las estructuras visuales incluyendo los núcleos que controlan la musculatura ocular, la vía auditiva y el centro reflejo del cerebelo.

De esta forma acontece la sensación de equilibrio consiente que se diferencia de las regulaciones reflejas inconscientes.

El centro del equilibrio necesita recibir información del medio ambiente para conocer cuál es la posición que debe adoptar el cuerpo. Para tal fin utiliza las informaciones de:








Ojos
Informaciones visuales
Oídos
Informaciones Vestibulares y Auditivas
Articulaciones
Informaciones Propioceptivas


El equilibrio es lo que permite que nuestro cuerpo mantenga una posición estable en el espacio. Los centros nerviosos que controlan esta función se ubican en el cerebro y obtienen la información -sobre la situación en que se encuentra el cuerpo- de las estructuras nerviosas que están en el aparato vestibular. Estas estructuras son las máculas y las crestas acústicas, ubicadas en los conductos semicirculares, y cuyos cilios se mueven en una u otra dirección según la posición que adopta nuestra cabeza. Los movimientos de los cilios se traducen en impulsos nerviosos que son conducidos por el núcleo coclear, y posteriormente por el nervio auditivo, hasta el cerebro.


· Los ojos indican la posición del horizonte visual, es decir la relación del cuerpo con el piso. Permiten reconocer si se trata de un plano inclinado, del vacío, etc.

· Los oídos en su porción vestibular, captan las diferentes aceleraciones y desaceleraciones lineales o rotatorias, a las que está expuesto diariamente el individuo. En su porción auditiva captan un sonido para adoptar la posición adecuada de acuerdo al origen del mismo.

· Las articulaciones perciben sensaciones táctiles profundas de acuerdo a la posición en que ellas se encuentren.

Los ojos, oídos y articulaciones (órganos sensoriales periféricos) envían sus informaciones al centro del equilibrio, quien las elabora y responde con una respuesta armónica o de equilibrio perfecto.



El equilibrio y su relación con el cerebro y el oído.

Para mantener el equilibrio, el cerebro debe procesar un flujo constante de información desde algunas “zonas de información” que se describen a continuación:

En primer lugar los ojos registran lo posición del cuerpo y sus alrededores (como cuando uno se para en lo alto de uno escalera). Luego los nervios sensoriales en los músculos, articulaciones y piel reportan los movimientos corporales (como inclinándose contra un muro como apoyo).

Sin embargo adicional a ello juega un papel importante el oído interno, por intermedio del laberinto, el cual maneja el equilibrio; esta parte del cuerpo presenta tres componentes principales:

1. El área superior ayuda a mantener el equilibrio mientras uno gira. Esta zona tiene tres canales semicirculares. Cada uno contiene líquido y minúsculos sensores semejantes a pelos. Al rotar la cabeza el líquido se mueve, lo cual es registrado por los sensores, informando al cerebro que el cuerpo ha cambiado de posición. El cerebro alerta o músculos y articulaciones para compensarlo, de modo que se mantiene el equilibrio.

2. La región más interior del oído interno está dotada de una estructura en forma de caracol llamada cóclea. Es principalmente un órgano auditivo.

3. Cerca de los canales semicirculares y la cóclea se encuentran estructuras llamadas trículo y sáculo, las cuales contienen partículas minúsculas (otoconia) conectados a sensores que detectan movimientos hacia adelante y hacia atrás.


El oído, la audición y el equilibrio


El oído es el órgano responsable no sólo de la audición sino también del equilibrio.

La audición, junto con la vista, son los sentidos más útiles que poseemos, porque conforman nuestro sistema de alerta primario frente a situaciones del entorno potencialmente peligrosas. Además, ambos sentidos se apoyan mutuamente, de modo que cuando uno de ellos baja su rendimiento, el otro se agudiza como forma de compensación.

El oído es el órgano de la audición, y es responsable de generar las percepciones auditivas. También es esencial para el equilibrio u orientación espacial. Se divide en tres partes: el oído externo, el oído medio y el oído interno.


Equilibrio en el oído

El equilibrio es lo que permite que nuestro cuerpo mantenga una posición estable en el espacio. Los centros nerviosos que controlan esta función se ubican en el cerebro y obtienen la información -sobre la situación en que se encuentra el cuerpo- de las estructuras nerviosas que están en el aparato vestibular. Estas estructuras son las máculas y las crestas acústicas, ubicadas en los conductos semicirculares, y cuyos cilios se mueven en una u otra dirección según la posición que adopta nuestra cabeza. Los movimientos de los cilios se traducen en impulsos nerviosos que son conducidos por el núcleo coclear, y posteriormente por el nervio auditivo, hasta el cerebro.

Los conductos semicirculares y el vestíbulo están relacionados con el sentido del equilibrio. En estos canales hay pelos similares a los del órgano de Corti, y detectan los cambios de posición de la cabeza.




Los tres canales semicirculares se extienden desde el vestíbulo formando ángulos más o menos rectos entre sí, lo cual permite que los órganos sensoriales registren los movimientos que la cabeza realiza en cada uno de los tres planos del espacio: arriba y abajo, hacia adelante y hacia atrás, y hacia la izquierda o hacia la derecha. Sobre las células pilosas del vestíbulo se encuentran unos cristales de carbonato de calcio, conocidos en lenguaje técnico como otolitos y en lenguaje coloquial como arenilla del oído. Cuando la cabeza está inclinada, los otolitos cambian de posición y los pelos que se encuentran debajo responden al cambio de presión. Los ojos y ciertas células sensoriales de la piel y de tejidos internos, también ayudan a mantener el equilibrio; pero cuando el laberinto del oído está dañado, o destruido, se producen problemas de equilibrio. Es posible que quien padezca una enfermedad o un problema en el oído interno no pueda mantenerse de pie con los ojos cerrados sin tambalearse o sin caerse.


¿Cómo mantenemos el equilibrio?

El ser humano en su condición bípeda logra un adecuado equilibrio estático (inmóvil) y dinámico (durante la realización de movimientos) gracias a la acción continua, simultánea y congruente de tres sistemas que en conjunto forman el «sistema general del equilibrio». Nos referimos al sistema vestibular (está en el oído interno y su centro neurológico se sitúa en el tronco del encéfalo), al visual y al propioceptivo o de la sensibilidad profunda muscular, ósea y articular.

El sistema general integra en el cerebro toda la información útil para mantener al sujeto estable y que le llega continuamente desde de los tres sub-sistemas antes mencionados. Cada parte o elemento de información se compara con la que llega desde los otros sistemas y con ciertos patrones de equilibrio que la persona ha adquirido a lo largo del tiempo (con la experiencia) para realizar en todo momento los ajustes posturales necesarios, que permiten mantener el centro de gravedad del cuerpo dentro del área que constituye la base de sustentación. Ésta no es una simple área, por el contrario, se puede asemejar a un espacio que rodea al individuo, de forma cónica, de punta inferior a la altura de los pies y base superior alrededor de la cabeza; si, en algún momento, el centro de gravedad sale de dicho espacio se produce una pérdida de equilibrio con eventual caída al suelo, salvo que ciertos reflejos posturales vuelvan a disponer dicho centro de gravedad dentro del área de seguridad del equilibrio.


¿Qué papel juega el oído en el mantenimiento del equilibrio?


El oído se encarga del mantenimiento de la mirada y del ajuste postural por medio de unos reflejos denominados vestíbulo-oculomotor y vestíbulo-espinal. Esto es así gracias a la capacidad que tienen unos receptores alojados en su interior para detectar, registrar y analizar las aceleraciones angulares y lineales a las que puede estar sometida una persona en los tres ejes del espacio durante todos los momentos de la vida diaria.Implicados en el mantenimiento del equilibrio están también el sistema visual (que monitoriza dónde se encuentra el cuerpo en el espacio, así como la dirección del movimiento); los receptores de presión en la piel, fundamentalmente de los pies, que dicen qué parte del cuerpo se encuentra tocando la superficie, así como los receptores en los músculos y las articulaciones que nos informan de qué parte del cuerpo se está moviendo.


Vértigo


El vértigo es un síntoma que definimos como una ilusión de movimiento del entorno o de uno mismo. La sensación de movimiento es habitualmente de balanceo, giratorio o de desplazamiento, propio o de la base de sustentación (como inclinación del suelo o precipitación en el vacío) pero, en realidad, esas modificaciones en el sujeto o entorno, no ocurren.

El mareo es una alteración del equilibrio también en el que englobamos sensaciones desagradables de vacío en la cabeza, inseguridad e inestabilidad, sensación de malestar y de desmayo inminente, acompañado todo ello de náusea y vómito, sudoración fría y palidez. El vértigo hace referencia siempre a una alteración del sistema vestibular (alojado en el oído interno y cuyo centro neurológico está en el tronco del encéfalo), mientras que el mareo es un trastorno del equilibrio no siempre relacionado con aquél.

Referencias
   



0 comentarios:

Publicar un comentario

Copyright © 2011 Persona y Sociedad II. Designed by MakeQuick, blogger theme by Blog and Web | Posts RSS | Comments RSS